sábado, 19 de mayo de 2007

Reflexiones del día contra la homofobia

A través de Opción Bi nos llega esta reflexión de Manuel José Bermúdez Andrade, de Medellín, Colombia:

Me admira como persona y como profesional

Pero le gustaría…


  • Que fuera más discreto con mi orientación sexual
  • Que se me notaran menos las plumas
  • Que contrario a los hombres heterosexuales quienes miran libremente a la mujer que les gusta, yo lo hiciera con disimulo o no lo hiciera.
  • Que dejara de nombrarme marica o loca, como una forma de exorcizar las palabras
  • Que no admitiera públicamente y con desparpajo que tengo una familia conformada por hombres homosexuales, y que nos amamos, y que dormimos todas las noches en la misma cama y abrazados, y nos despertamos en las mañanas con un beso, y nos damos muchos más al despedirnos para el trabajo, y cuando retornamos del trabajo.
  • Que no dijera “mi marido” o mi hombre, cuando públicamente los heterosexuales dicen a boca llena “mi mujer”.
  • Que como macho, cuando los heteros en sus reuniones hablan abiertamente de la genitalidad con sus mujeres, y descresten con su historia sexual, yo no hiciera lo mismo con la mía.
  • Que desistiera de enrostrarles que voy a sus fiestas solo si puedo bailar con otro hombre, igual que ellos y ellas, cuando vienen a mis sitios gay, pueden bailar y besar a sus parejas hetero.
  • Que me cohibiera de expresar mi afecto, de acariciar, de besar con ternura, de mirar a los ojos, y de consentir a mi hombre en sitios que la ciudad diseñados para el disfrute de sus pobladores, yo también soy ciudadano.
  • Que dimitiera la luchar por una ley que nos garantice los plenos derechos en Colombia, cuando supuestamente vivo bien, y la gente me “acepta”
  • Que le pidiera a dios que orientara mi camino.

Si es así, no me admire, simplemente respéteme, yo soy capaz de quererme y de admirarme solo, convencido de que igual que otras criaturas de la naturaleza, soy una creación divina para el disfrute y respeto del mundo que habito. Mas bien, asuma que es homofóbico (a), que sufre de pánico irracional a la diversidad sexual, aunque trabaje a mi lado y se aguante mi presencia.

Yo no sufro, vivo, aunque le parezca irreverente, irresponsable, degenerado y asocial.

Decida usted, hombre y mujer que me circunda, si quiere seguir sufriendo su miedo irracional, y si por su causa, prefiere convertirse en delincuente asesinándome directamente en un crimen de odio, o respaldando al asesino, al agredirme, aunque sea en chiste, de manera verbal. Mostrando su incapacidad de entender el mundo diverso, más allá de su inmenso miedo.

O si por el contrario se acerca a mi realidad, la asimila, la trata de entender dentro de los parámetros de la diversidad de la vida, y se convierte en un ciudadano feliz, en un ciudadano que respeta, y que le aporta a la convivencia social.

Este 17 de mayo –día de la lucha contra la homofobía- le invito a que se vacune contra la animadversión irracional hacia seres humanos, a que tome la decisión frente a la vida de manifestarse públicamente, mediante una frase o vistiéndose de colores, respetuoso (a) de esta y en contra de los odios.

A que se levante de su cama, y durante su oficio piense en que podemos construir juntos una ciudad y un mundo incluyente, o seguirnos separando desde nuestras diferencias. Y al final del día, cuando se valla de nuevo a la cama, ojala con el o los seres que ama, haya superado sus miedos, y empiece entonces a verme no como lo que le gustaría, sino como soy, un ciudadano gay de Medellín.


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